jueves, 31 de mayo de 2012

Interludios: Teatro Vampírico

Sólo decir que este interludio, un poco más largo que el anterior, tiene importancia para "Vorágine" una vez le de comienzo.

¡Un saludo!

***

Bajó el telón, apenas mitigando la exaltada ovación de los espectadores,  la protagonista se deslizó hacia el lateral, como una diva, casi flotando sobre el entarimado. Al poco, ante la insistencia de la audiencia, tanto ella como los demás actores salieron y saludaron, dejando que la lluvia de aplausos los inundara.

Desde su cómoda posición entre bambalinas,  el Gángrel miró despreciativo a la Toreador, él estaba fuera de lugar, pero cumplía órdenes… y maldita fuera la hora en que había decidido aceptar el trabajo.

Luego los actores se retiraron a sus camerinos y el Gángrel tuvo que esperar cerca de dos horas a que la toreador se dignara a prestarle atención, saliendo del camerino perfectamente maquillada y enfundada en un vestido tan elegante como caro, chocando con el aspecto desaliñado del Gángrel.

-          Bien, ¿qué quieres sabandija? – la repulsión que la Toreador sentía hacia el Gángrel era evidente - ¿Porqué molestas a Ariadna Ferrer con tu inmunda presencia?

El Gángrel sonrió con ferocidad antes de contestar.

-          Se te reclama en presencia del consejo de primogenitura, princesita. – Disfrutó al ver como Ariadna tragaba saliva, como acto reflejo.

-          ¿Q-que quiere de mi el consejo?

-          Tú sabrás, yo tengo orden de llevarte ahí de inmediato y dudo que el tiempo que has perdido les vaya a caer bien – Estaba disfrutando de ése momento, cuando la presa se daba cuenta de que había dado un paso en falso.

Al fin, todo se aceleró y avanzó con fluidez, Ariadna permaneció callada y le miraba temerosa mientras caminaban hacia El Liceu, el lugar donde se reunía el consejo habitualmente.

Los hicieron pasar nada más llegar, lo que contribuyó a aumentar el nerviosismo de Ariadna y el placer del Gángrel.

Repartidos y dispersos entre los asientos del gallinero estaban los primogénitos de los siete clanes, sobre el escenario, alto y erguido, se hallaba el príncipe Augustus, con su gesto marcial y su vestimenta perfecta. Augustus dirigió una mirada reprobadora a Ariadna y con un gesto los mandó colocarse cerca de él, frente al escenario, junto a tres figuras más.

-          Bien – Dijo Augustus con su voz templada – Tras muchas negociaciones y una espera inapropiada tenemos aquí a todos los elegidos para la misión.

Augustus miró a los cinco vampiros que había situados frente a él.

-          Joan Llinàs, del clan Ventrue, Ariadna Ferrer de los Toreador, Raimon Muntaner de los Brujah, Elsa Schmidt del Clan Tremere y finalmente Alexandre Mir de los Gangrel. – uno a uno asintieron a medida que indicaban sus nombres – Habéis sido escogidos por el consejo de la primogenitura para una misión de importancia vital para los planes de la Camarilla…

***

Alexandre miró por la borda, el olor a sal y el frescor de la noche le agradaban y le mejoraban el humor, ahora que el silencio nocturno sólo era roto por el sonido de las olas contra el casco, ahora que se había alejado del incesante parloteo de la toreador, pudo empezar a admirar lo que iba a ser su nuevo hogar.

Los riscos y acantilados de las montañas de la sierra se recortaban oscuros en la noche, podía ver las manchas de luz de las diferentes poblaciones que se repartían entre las montañas, aquello le molestó, pero no podía evitarlo, esperaba encontrar algún punto de naturaleza virgen para poder instalarse en él, aunque sabía que no iba a ser fácil.

Entrando en la bahía, la toreador volvió para molestar con su parloteo constante y vacuo, el Brujah la miró despectivo, pero el Ventrue revoloteaba a su alrededor, la Tremere se mantenía tan apartada como él mismo.

Estuvo un rato meditando con respecto a la composición de la cuadrilla, era ilógico, era un grupo que no se conocía, con varios miembros con una evidente falta de visión de conjunto, por no hablar de su escasa capacidad de trabajo en equipo. Aquélla era una misión suicida a su modo de ver, desde el principio había sospechado una encerrona y un grupo como aquél no estaba capacitado para conquistar la isla para la Camarilla. Para cuando la Toreador se calló admirada por la visión de la catedral de la ciudad, completamente iluminada destacándose como centro visual de la bahía y de la ciudad, Alex ya había llegado a la conclusión de que los enviaban para morir, mirando a los demás, le pareció que el Brujah y la Tremere habían llegado a la misma conclusión o estaban en ello, el supuesto líder Ventrue y su supuesta segunda al mando Toreador parecían creer que sería un paseo rápido y glamouroso en el que no iban a tener que ensuciarse las manos, patéticos.

Minutos más tarde el barco estaba llegando a puerto, cercano al muelle y disponiéndose a atracar, la Toreador volvía a parlotear mientras el Ventrue asentía y añadía comentarios estúpidos dándole cuerda a su interlocutora, eran demasiado ruidosos, pero a Alex eso ya le venía bien, las sombras en el muelle eran demasiado profundas y el ya se había agazapado y había sacado sus garras, con todo el cuerpo en tensión, presto para saltar. El brujah había mostrado más inteligencia de la habitual para su clan y se había parapetado  tras unas cajas, llevaba en la mano una pesada tubería de hierro, de la Tremere no había rastro y no le gustó aquello. Nadie salió para atar las amarras, y aun así la toreador y el Ventrue sólo se quejaron de lo burdo e incivilizado que era el servicio.

Las sombras avanzaron. Pudo verlo al oír los grititos de sorpresa de aquellos dos inútiles y ruidosos vampiros que se suponía que les lideraban. Realmente se merecían la muerte definitiva, pero no podía permitírsela, su muerte solo lo expondría aún mas, lo primero era salir de ahí, después ya pasarían cuentas.

El Ventrue se colocó caballerosamente frente a la toreador y se enfrentó a las primeras sombras que cayeron sobre cubierta. A una señal de Alex, el Brujah y él se abalanzaron contra esas sombras rasgándolas sin mucha dificultad.

-          ¡Eran un señuelo! – Gritó Alex, colocándose espalda contra espalda con el Brujah esperando el verdadero asalto, notó como el Brujah se estaba empezando a poner demasiado nervioso, eso tampoco le gustó. La Tremere seguía sin aparecer  y murmuró – Esa zorra nos ha dejado en la estacada.

El Brujah bufó y estrujó la tubería con más fuerza.

Media docena de vampiros, medio recubiertos de sombras con formas grotescas de tentáculos y brazos deformes los rodearon, cayendo pesadamente sobre la cubierta, silenciosos y mortíferos. Los ojos de Alex empezaron a brillar en un rojo antinatural y pudo ver como otros tantos vampiros, envueltos en sombras, se habían colocado algo más apartados, a su alrededor nuevas formas de sombras se iban formando y se acercaban peligrosamente, aquél ataque estaba minuciosamente preparado.

-          Luchemos contra estos salvajes, su muerte nos dará la isla – El Ventrue seguía sin ver más allá de su propia nariz.

-          Hay que salir de aquí y perderlos, idiota. Brujah, por la izquierda a mi señal. – Dijo Alexandre, el brujah asintió.

-          ¿Cómo osas contradecirme, perro?

-          ¿Aun no ves que esto es una maldita trampa?

El Ventrue calló, asumiendo con excesiva lentitud la verdadera situación.

-          ¡Ahora, todos! – Alex gritó y tanto él como el Brujah se abalanzaron hacia la izquierda, cuando saltaron por la borda hacia el muelle mientras varios tentáculos sombríos se precipitaban hacia ellos. Sin llegar a ser tocados gracias a varios proyectiles de sangre que los destruyeron a tiempo. “Así que la zorra se ha colocado a una distancia prudencial…” pensó, luego arengó a los otros - ¡Venga vosotros dos!

La toreador los había seguido casi al instante, pero el Ventrue, heroicamente, decidió cubrir la retirada de los demás lanzándose contra los que les rodeaban y así halló una heroica muerte definitiva.

Al tocar el cemento del muelle corrieron, alejándose lo más posible de las sombras que los perseguían, algunos proyectiles de sangre más les permitieron ganar algo de distancia y rompiendo cristaleras se abrieron camino hasta las calles, después todo fue bastante rápido. Robaron un coche cuyo conductor, atónito, fue destrozado por algunas de las sombras airadas que veían impotentes cómo sus presas huían, pero la paz duró poco y fueron perseguidos a una velocidad frenética, tardaron casi una hora en perder a sus perseguidores en el laberinto de calles de una ciudad para ellos desconocida, durante toda la persecución permanecieron callados dejando que Mike, el Brujah, condujera a gusto.

Consiguieron salir de la ciudad y buscaron carreteras secundarias y fincas abandonadas hasta que, poco antes del amanecer, encontraron una vieja “Possessió” o Caserío abandonado. Cuando se adentraron en él vieron que salvo por los agujeros en el techo, el edificio parecía firme y tenía un sótano espacioso, al igual que una bodega, con los restos de grandes cubas y que les podría servir de refugio temporal. Además, a Alex y a Mike, les resultaba especialmente agradable gracias a la cara de asco de Ariadna, la toreador.

-          Voy a deshacerme del coche – Mike era bastante seco y poco dado a rodeos. – luego tenemos cosas que hablar.

-          Sin duda – La voz de Elsa, la Tremere contrastaba por su suavidad, parecía costarle hablar en voz alta.

-          ¿Pero tú de donde coño sales y como nos has encontrado? – Mike, nuevamente.

Elsa se acercó al Brujah y de entre su pelo enredado sacó una monedita de hierro rojizo.

-          Hay maneras, ahora ve, rápido, no nos conviene que nos encuentren… otra vez.

El Brujah se alejó murmurando.

***

Estaban en el sótano, entre muebles viejos y al filo del amanecer. Se miraron unos a otros, todos sabían que la llegada había sido un desastre, el primero de ellos ya había caído cuando se suponía que deberían haber llegado sin hacer ruido e infiltrarse sin ser percibidos.

-          … Os digo que era una trampa, nos han enviado a morir, nada mejor cabría esperar de la Camarilla, asumidlo, estamos solos – el Brujah continuaba con su diatriba – pero nuestra soledad también es una ventaja, tenemos la oportunidad de conquistar la isla y crear un Estado Libre Anarquista, como nuestros camaradas de California. A la mierda la Camarilla y su esclavitud hacia los antiguos, ¡seamos Libres!

La toreador asentía, sin decir mucho, era evidente que en aquél momento le parecía divertido y quizás entretenido ser una rebelde anarquista, pero de alguien como ella no se podía esperar un gran idealismo, Alex no veía en ella ni una chispa de depredador. Cuanto más la veía, mas se preguntaba como lo habían hecho los Toreador para sobrevivir a lo largo del tiempo. Por su parte, Alex, siempre había sentido simpatía por los Anarquistas, no constreñían la libertad como la Camarilla, asintió levemente.

-          La Camarilla nos ha enviado a la muerte, permanezcamos muertos para ella, es hora de iniciar nuestro camino – El Brujah se dejaba llevar por la emoción al ver que la audiencia parecía receptiva.

Elsa había permanecido en silencio, sin dar muestras de sentir nada, al cabo optó por levantarse.

-          No participaré de un grupúsculo anarquista, vosotros habéis tomado vuestra decisión, yo la mía, permaneceré fiel a la Camarilla, mañana me iré de la cuadrilla, suerte en vuestro empeño, supongo que tarde o temprano nos reencontraremos.

Y se marchó a un rincón donde se dispuso a descansar, el resto sintieron cierto alivio al saber que no tendrían que aguantar la presencia de una Tremere, Alex se sentía especialmente contrariado por su presencia, pero también era consciente que de toda la cuadrilla original, a parte de él mismo, era la que tenía más instinto de depredador, a su pesar era consciente de que era una pérdida importante.

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