lunes, 4 de junio de 2012

Interludios: Juegos peligrosos

Nuevo interludio, pero en aproximadamente un mes volveremos con Magi in tenebras. Hoy, como podréis ver,he cambiado otra vez el fondo y este parece que se va a quedar, me ha costado horrores encontrar uno que me guste y espero que os guste a vosotros también.

Un saludo!

***


“Hay dos formas de hacer esto: La mía o a la puta calle” había dicho. No le hacía ni pizca de gracia el plan, lo consideraba burdo, tosco y lleno de imperfecciones que lo convertían en una trampa mortal. Estaba convencido de que la opción buena era “a la puta calle” pero ésa no era la que había escogido y ahora estaba sentado en aquél viejo coche con el motor al ralentí esperando a que sus compañeros salieran con las bolsas cargadas de dinero.

Al poco empezó a oír las sirenas de los coches de la policía acercándose y se removió en el asiento, inquieto y con creciente nerviosismo. Sus compañeros tardaron aún unos momentos en salir, contribuyendo gravemente a su inquietud. Salieron corriendo por la puerta principal de aquél banco, con las caras cubiertas por los pasamontañas negros, llevando las bolsas negras de deportes y sus ropas y zapatillas también negras.

- Estos idiotas han mirado demasiadas películas – se decía a sí mismo mientras les esperaba, preparado para salir de allí a toda velocidad – la tele les ha frito el cerebro…

Los tres hombres ridículamente de negro se precipitaron en el interior del coche y él arrancó justo a tiempo para ver como la comitiva de la policía entraba en la calle.

Era bueno conduciendo, por eso le habían encargado aquella tarea. Aceleró al máximo, dirigiéndose directamente contra los policías. A escasos metros de estos, dio un volantazo y clavó el freno de mano, sin dejar de apretar el acelerador. Al girar ciento ochenta grados, liberó de nuevo el freno y salió disparado mientras que los coches perseguidores, asustados ante lo que había parecido un inminente choque frontal, habían frenado bruscamente, girando bruscamente y chocándose los unos con los otros. Todo muy peliculero, a decir verdad, pero él era un especialista de cine. Consiguió tomar una cierta ventaja mientras se reía de los gritos de sus asustadizos compañeros.

- “Entrar y salir” dijisteis, imbéciles. – les dijo mientras recorría las calles a toda velocidad. – Al próximo que me diga “confía en mi” le atropello.

Sus compañeros permanecieron quietos en sus asientos, aterrorizados. Su silencio le resultaba aburrido así que puso la radio y fue cambiando de dial hasta que sintonizar Rock FM. Sonrió, el repertorio de esa emisora solía repetirse a menudo pero era bastante bueno.

“… because easy come y easy go 
a little high, little low…”

Empezó a tararear alegremente, había sido una suerte que cogiera la canción justo al principio, aunque Bohemian Rhapsody se le antojaba una canción poco apropiada para una persecución. Siguió riéndose y fue subiendo cada vez más el volumen de la radio, a medida que la canción iba acelerando su ritmo.

La policía iba recuperando terreno, su coche no daba para mantener una gran ventaja durante mucho tiempo, tuvo que internarse en las calles cuya dirección era contraria a la suya. A falta de velocidad, debía compensarlo esquivando coches y dejando que los perseguidores se estamparan contra la gente. Se lo tomaba como una película, no quería que nadie se hiciera daño, pero a estas alturas probablemente ya habría alguien con lesiones de gravedad, si no muerto y su propia supervivencia era prioritaria. Necesitaban urgentemente todo ese dinero –y más – y la única manera rápida que los lumbreras de sus compañeros habían sido capaces de imaginar era robando un banco. 

Cuatro magos, tres de ellos completamente idiotas… con lo fácil que habría sido hacer que les tocara la lotería o transmutar algo de oro o platino… pero no, querían robar un banco, uno de los bancos del Sindicato, como si no fuera ya suficiente riesgo robar un banco normal tenían que ir a tocarles las narices a los tecnócratas.

Y allí estaban, corriendo en contra dirección, huyendo de forma poco fructuosa de un montón de coches de policía y él riéndose enloquecidamente mientras gritaba “Galileo, Galileo” y los inútiles de sus compañeros permanecían petrificados tras ponerse los cinturones de seguridad.

La policía los acosaba sin descanso y estaba claro que no los iba a despistar, las únicas opciones viables eran entregarse y caer en manos de la tecnocracia, o arriesgarse a fingir una muerte lo suficientemente “fogosa” como para que no dejara muchos restos que identificar. Era consciente de que conjurar magia de correspondencia él sólo mientras intentaba no matarse y para transportar a nada menos que a cuatro personas era poco menos que imposible.

- Bueno chavales – dijo – no me seáis mariquitas y reaccionad de una maldita vez, que no puedo hacerlo todo yo.

Los otros asintieron, aún aplastados contra sus asientos.

- Vamos, vamos, ¿no era entrar y salir? – insistió – pues aún no hemos salido, mientras yo os mantengo alejados de esos trajeaos, ¿Qué tal si vais invocando un pequeño portal para largarnos tan panchamente?

Parecieron reaccionar y empezaron a discutir cómo realizar el ritual. Él se dirigió hacia la salida de la ciudad, camino de los enormes tanques de combustible cercanos al aeropuerto. La policía les iba a la zaga, pero el conducía con un desparpajo casi impropio y completamente ausente de respeto hacia su propia vida, al fin y al cabo lo más probable era que acabaran muriendo en medio de llamas y hierros.

Minutos más tarde sus compañeros trataban de concentrarse para conjurar un pequeño portal que les llevara a algún punto más seguro, mientras se vislumbraba no demasiado lejos su objetivo. 

Las curvas, los giros, frenazos y acelerones no eran el mejor acompañamiento para un conjuro delicado, pero no les quedaba otra y realizaron grandes esfuerzos para acelerar el proceso. Atravesó las vallas cerradas por simples cadenas sin demasiada dificultad, la policía se les acercaba cada vez más.

- ¡Esto está listo! – gritó uno y él se lanzó directamente contra un tanque de gasolina. Los cuatro saltaron al portal apurando al máximo. Pudieron intuir la explosión que el coche provocaría mientras eran arrastrados por una especie de agujero de gusano. 

Personalmente, odiaba aquella sensación: el frío repentino, la sucesión de tirones y compresiones que padecía su cuerpo y, en aquella ocasión, salieron despedidos a través del otro lado del portal, chocando violentamente contra una pared de cemento armado. Se oyeron algunos crujidos de huesos y el dolor los embargó a todos. 

Sentía como si su brazo estuviera siendo atravesado por cientos, miles, de agujas al rojo vivo. No sólo el brazo, el dolor fue extendiéndose por todo su cuerpo hasta que se hizo sencillamente insoportable.

- No hay que jugar con la paradoja – oyó decir, entre gemidos, a alguno de sus compañeros.

3 comentarios:

  1. Magos y ladrones. Una combinación interesante XD

    ResponderEliminar
  2. pareix una peli de Tarantino... m'encanta!!

    ResponderEliminar
  3. @Marc Es una combinación fácil, aunque como bien comenta el protagonista, estúpida xD

    @Michi Ara que ho dius,es vera que te un regust tarantinià

    ResponderEliminar