Yo era pequeño,
Un joven zagal,
Inocente, tímido y puro
El hombre encorvado y
deforme cantaba con una voz de tenor envidiable mientras se balanceaba de un
lado a otro marcando el ritmo de la canción mientras alargó la última “u” con
una sonrisa sàdica.
Los niños mayores
Eran muy malos
Siempre abusaban de mí
Pero entonces vi
¡Lo vi! ¿Que ví?
Golpeó al desdichado que tenía más cerca, que había intentado capturarlo
junto con otros tres, con una fuerza brutal desplazándolo por el aire varios
metros hasta que chocó violentamente contra la pared.
Vi mi futuro
Ancho y oscuro
Ser el Maestro del mal
En circunstancias normales su tendencia a alargar ciertas vocales, como la
a de mal, habría resultado molesta, pero ante el despliegue de poder era no
sólo inquietante, sino también aterrador.
Sus cuatro oponentes estaban malheridos, desperdigados por la vieja nave
industrial. Se habían creído capaces de vencerle, pero le habían subestimado de
tal manera que no podían hacer ya nada. Mientras tanto la canción continuaba.
Ellos me pegaban
y yo les podía
Aunque no quería
No sería un buen maestro de mal.
Dio varios saltitos como si bailara.
Yo lo que quiero
Lo que necesito
Es un héroe de verdad.
Pues el mundo yo conquistaré.
Pero no puedo mostrarme aún.
Necesito mi némesis para seguir.
Y esta muy mal, esta fatal,
Sin mérito humillar.
Paseó la mirada por los
cuatro infelices.
Veréis mis pequeños,
La cosa está así,
Yo soy poderoso y busco a un par
Que mis planes pueda frustrar.
Yo soy el malo pero no tengo bueno
¿Qué mierda de historia
Esta será?
No sois ni la pálida sombra de mi poder.
Amplió la sonrisa enloquecida y llena de malícia.
Cierro los ojos
Y veo mil flores.
Su venganza llegará…
Por las cien rosas
Y los mil claveles
Que asesinado habéis.
La espina en la carne,
La sangre beben
Y nuevos esbirros tengo ya.
Cientos de flores de una especie indeterminada aparecieron alrededor de los
cuatro fallidos captores enredándose y mordiendo sus brazos y piernas. Gritaban
desesperados pero nadie les podía oír. Las flores fueron uniéndose hasta tomar
formas vagamente humanoides que obedecían los designios de su amo.
Los pies les podía quemar,
La ropa podía arrancar,
Por la escalera hacerlos caer,
Pero no tenía mérito humillar.
Yo soy poderoso y ellos no,
¿Dónde está mi par?
Puedo haceros volar,
Puedo haceros cantar,
Mejor música que vuestros gritos
No habré de escuchar.
Pero no debo mostrarme
Pues no hay un héroe
Que frustre mis planes,
Que os de esperanzas
Y al final os habré de matar.
Los arrojó al aire haciéndoles chocar contra las paredes, los pies en
llamas. Gritaron, de dolor y rabia, de desesperación. Sabían que iban a morir,
pero aquél ser se ensañaba y no les dejaba partir.
Me llaman merodeador,
pero merodeado debería ser,
vienen a buscarme, me rondan sin tregua,
y creen que so merodeo
Equivocados están,
no merodeo, yo tengo objetivo,
el mundo conquistar.
La canción tenía una cierta macabra solemnidad.
Ésta es mi historia,
Ahora la sabéis
Y ya me puedo marchar,
Apago las luces,
La voz en off,
¡Una risa malvada y adiós!
Los cuerpos inertes de los cuatro valientes cayeron pesadamente al suelo,
ni una luz había ahora y en la lejanía solo se oía una risa hiriente.
Muy estaño algo distinto a lo que sueles hacer pero me a gustado.
ResponderEliminarEste personaje es distinto a lo que suelo hacer, para que te hagas una idea, merodeador es a mago lo que malkavian a vampiro.
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